lunes, 16 de marzo de 2009

ATRAPADO POR EL SELLO DEL ORICALCOS

Aunque me encantan esos cuentos de hechiceros antiguos, brujos, hadas y magia, debo admitir que no soy un fiel creyente de que la realidad a veces converge mezclándose con un mundo paralelo donde lo místico se convierte en real y lo inexplicable empieza a tener sentido. O al menos eso creía, puesto que ya no estoy tan seguro de distinguir la línea donde lo real se separa de lo imaginario o de lo ficticio. No logro entender el cómo ni el porqué. No recuerdo exactamente lo que cautivo mi curiosidad en el primer momento, ni mucho menos las razones que motivaron mi regreso, pero lo cierto es que desde aquel día no he podido dejar de ir ni de pensar en ello. Cada segundo que transcurre su magia me encierra y me atrapa más y más, sin que mis sentidos construyan algún tipo de resistencia. Es tan confuso que hasta los pensamientos se hacen borrosos, se mezclan con esa sensación misteriosa que pasaba desapercibida a mis sentidos, a mis instintos, producto del escepticismo que me caracterizaba antes de poder entender su gran misterio. A veces pienso que mi memoria me juega una broma, o como dirían algunos, una mala jugada, como cuando le rebatamos un caramelo a un niño indefenso, que solo llora al sentirse vulnerable. A lo mejor es su poder ancestral el que me impide remontarme al principio, a aquel momento en el que me hizo su esclavo voluntario, rompiendo todo esquema lógico en mi vida. Jamás imagine que desde aquel día sería un fiel sirviente de esa costumbre que hasta el día de hoy permanecían carente de toda razón creíble alguna, y que de no ser por las circunstancias de la vida seguiría oculta a mi entendimiento. En muchas ocasiones intente no ir, buscar alternativas, situaciones, tratar de no escuchar su voz induciéndome a regresar, todo por no dejarme arrastrar por su magia, por su encanto, por su fuerza, ganando en algunas ocasiones la batalla, pero perdiendo al final la guerra, regresando como al principio, sumergiéndome en sus sombras que reclaman mi alma una vez que llegue el final para ser sellada, atrapado en un largo abismo sin fondo, en un laberinto interminable. Pese a todo no puedo alejarme, su poder me llama, me encierra, me cautiva, incitándome a querer más. Sí, no tiene sentido luchar contra sus deseos ocultos, porque nada se puede hacer una vez que has sido atrapado por la magia del "Sello de Oricalcos.