Al escuchar su voz por última vez sentí un frío inmenso que se apodero de mi espíritu y de mi alma. Que me dejo un nudo en la garganta, que me impedía hablarte, decirte lo mucho que te amo. Tratar de convencerte de que eres mi vida entera, que no podría vivir sin tu amor, sin tu cariño, sin tu comprensión, y mi aliento de vida se fue desvaneciendo con el eco de tus palabras, y sentí que te llevaste mis sentidos y me fui sumergiendo en mi propia amargura, cayendo en lo más profundo de una densa oscuridad. ¿Por qué dejaste que el viento te susurrara al oído las mentiras que tus sentidos insinuaban? ¿Porque dejaste que tus emociones te engañaran, haciéndote creer que no te amaba y que no me preocupaba por ti? ¿Acaso no fue mi amor verdadero y puro para contigo? ¿Porque dejaste que los celos y la desconfianza te hicieran dudar? ¿Porque fue tan difícil percatarte de que eras todo para mí y que yo solo vivía para ti? No te imaginas lo difícil que has sido estos días sin ti, sin poder ver tus ojos, sin poder sujetar tus manos, sin poder acariciar tu pelo. ¿Recuerdas aquel día que te vi por primera vez? Sabía desde ese mismo instante que eras un ser especial y así resultaste ser para mí. Pese a que me abandonaste cuando más te necesitaba y te llevaste la alegría que había jurado no volver a tener después de que se llevaron mis ganas de seguir adelante en los días de aquel pasado que tú me devolviste el mismo día en que te conocí, quiero que sepas que no me arrepiento de haber compartido mi vida contigo. Quisiera correr a donde estas y poder abrazarte, sujetarte en mis brazos y apretarte fuertemente para que sientas mis latidos, para que veas que soy sincero y que mi corazón se estremece cuando estoy contigo. Quisiera poder lloran contigo y desahogar estas penas y angustias que me han hecho prisionero desde el instante en que te fuiste, quisiera poder cerrar mis ojos y llegar hasta ti, tenerte frente a mí y hacer de cuentas que no te has ido y que podemos volver a empezar de nuevo, como el primer día. Pero ya estas lejos, te has ocultado de mí y me has desterrado al cruel olvido, y me has dejado sin esperanza, sin vida para seguir. Me has dejado solo, sin fuerzas, sin alma, sin espíritu, vacío. Te has ido bien lejos y te has ocultado entre las densas nubes del cielo para que no pueda hallarte. Has ocultado tu olor de mi para que no pueda seguirte. Y al final, después de todo y una vez más, me he quedado solo sin estarlo, triste y olvidado, resignado a vivir con tus recuerdos porque así lo has decretado. Siempre te recordare por tu ternura, por tus besos cálidos, tus abrazos y tu mirada de inocencia y al mirar hacia el cielo y ver la belleza de las estrellas, la luz de la luna, veré tu rostro siempre. Hasta Siempre mi amor, mi mayor felicidad será que seas feliz con quien decidas volver a empezar y recuerda que realmente, aunque siempre lo dudaste, realmente te amé mucho mi cielo.