viernes, 17 de septiembre de 2021

LOGICA MATEMATICA: 8.5 DE 10


 

Para que un razonamiento sea válido, no basta con que las conclusiones sean verdaderas, sino que, tienen que ser definitiva y necesariamente verdaderas. Es por esto que, después de tanto tiempo, al fin entiendo el porqué de su enorme capacidad de tolerancia y aguante. Si lo que he escuchado es cierto, y si mi memoria bien atinada no me falla, me parece que han sido tres largos años de relación fallida, desde mi juicioso y mal valorado punto de vista. Una relación caracterizada por incontables escenas de celos, exigencias de cumplimiento de fidelidad no cumplida, o al menos por una de las dos partes involucradas. Sin embargo, tengo que confesar lo difícil que ha resultado para mí, poder resumir en una sola frase, lo que significa 8.5 de 10 puntos. Y no es que el asunto amerite ser analizado a profundidad, pero debo de admitir que por el simple hecho de casi llegar a 10, casi alcanzado el estado perfecto añorado por cualquiera, me llamo poderosamente la atención y cautivo hasta el más recóndito de mis sentidos. En un intento por descifrar tal misterio, termine recurriendo a la lógica, la llamada ciencia del razonamiento. Porque razonar y filosofar, para mí, se ha convertido en un ejercicio bastante profundo y complicado últimamente, dado que no he podido obtener las llamadas conclusiones que esperaba partir de las tantas afirmaciones que le he oído pronunciar desde que nos conocemos, las cuales, a mi entender, le daban apenas un 5 o un 6 como mucho. Y sí, créanme, he aplicado los criterios adecuados en mis justos razonamientos, diría yo, teniendo muy presente que, si las afirmaciones son verdaderas, entonces las conclusiones que se obtengan al final también tienen que serlo necesariamente. Sin embargo, en todo este razonamiento o ejercicio mental que he tenido que hacer, me he dado cuenta de algo muy importante. Algo que, al principio, mientras escuchaba sus repetidas palabras, pasaba desapercibido a mis sentidos, lo cual puedo afirmar, es una de las grandes verdades de mi filosofía catarsica: “Siempre tenemos lo que merecemos”. Aunque pensándolo bien, por 8.5 de 10 cualquiera estaría dispuesto a soportar y tolerar muchas cosas en la vida. Sin importar si esto implica interminables rupturas del contrato de pareja, las cotidianas y acaloradas discusiones acompañadas de gritos y ofensas, o por el añorado trato tierno y confortable al que aspiramos tener en las relaciones de cuentos de hadas y que al final no tenemos, o que nos consuman la vida en el largo y tortuoso proceso de adaptación marital. Todos soñamos con tener una relación basada en el cariño, en el respeto, en la honestidad, con paz mental, y estabilidad emocional, pero sin lugar a dudas que cuando se puede disfrutar de un 8.5 de 10, la inteligencia y el afecto, terminan estando en un segundo y muy olvidado plano astral. Porque después de tanto meditar en el asunto, pude entender que la lógica no siempre define lo que es un razonamiento valido. Al final los razonamientos son los que son y punto, y no estamos en posición de decidir cuáles queremos dar por buenos y cuáles resultan ser malos, ya que al final y siempre al final, aunque los razonamientos no sean lo suficientemente lógicos como para poder resumirlos en una sola frase, lo importantes es, y siempre será, poder tener y disfrutar de un 8.5 de 10, aunque en ello se nos valla lentamente la existencia.

jueves, 11 de marzo de 2021

UN CAMINO SIN REGRESO

 

Aunque no suelo permitir que mis sentimientos se vuelvan excesivos, sobre todo si los mismos interfieren con mi vida cotidiana, debo de admitir que esperaba con ANSIAS su tan esperada llegada. Sí, ansias de filosofar un poco sobre los secretos de la vida, ansias por degustar de su compañía mientras probamos las exquisiteces que salen del pequeño rinconcito de mi cocina. Ansias de saber cómo le había ido en su viaje hacia los campos elíseos en busca de la felicidad que había perdido en los días en que el alma y el espíritu abandonaron su cuerpo ya cansado y agotado por las interminables mentiras, cuando perdió las esperanzas por los duros golpes emocionales que le propició la injusta vida. Y después de una larga espera, aquella donde las horas se convierten en días y los días parecen meses y los meses terminan disfrazados de año, finalmente apareció de forma sorpresiva. De entrada, iniciamos con las trivialidades y las cosas superfluas, dejando los temas profundos para el plato fuerte, o al menos eso esperaba. Aunque la ingenuidad no está dentro de mis atributos personales, debo admitir que al principio fingí no darme cuenta de todo, y es que después de unos cuantos minutos, mientras me hablaba, fue su propia voz la que termino aclarando todas mis dudas: algo no estaba bien, algo había cambiado. No era la misma persona, como si parte de su ser no había regresado y se había quedado en alguna parte del camino, en su viaje sin regreso hacia el olvido. Y a pesar de su afán, de su insistencia por demostrar que todo estaba bien, que nada había cambiado, que nunca se había ido, que su partida sorpresiva había sido meramente una ilusión, note cierta preocupación que rodeaba toda su aura, una angustia la cual trataba de disimular disfrazar con su sonrisa, con sus gestos de amabilidad. Lo cierto es que mientras disfrutábamos de los placeres que se liberan al degustar un sorbo de vino, me conto lo feliz que estaba, la alegría que sentía por haber enmendado los errores del pasado, por haber encontrado la felicidad que buscaba, por haber recuperado su tan amada alma perdida, por haber vuelto de nuevo a sus días pasados, y no voy a negar que al principio disfrute bastante de su efímera compañía, que sus historias deleitaban y saciaban en cierta medida aquella terrible ansiedad de la que en un principio padecía. Y fue entonces, que todo tuvo sentido, porque entre risas dejo todo claro en mi mente cuando finalmente pude ver todas las señales. Señales de lo que sería su vida en lo adelante, señales de lo que yo como su amigo esperaría, señales de lo que sin lugar a dudas sería un adiós inminente, y yo, aunque no se lo mencione en ese momento, también deje claro en mi mente todo lo que estaba y estaría en capacidad y disposición de escuchar o soportar en lo adelante, y entonces le deje irse de nuevo, a su mundo mágico de felicidad, aun a sabiendas de que el mismo no tiene un camino de regreso.

jueves, 4 de marzo de 2021

COSAS DE DUENDE



Dicen que los duendes son seres de luz, espíritus de la naturaleza, que aparecen para ayudar a las personas en el momento en que más lo necesitan. Que se acercan a los humanos para brindar su ayuda ante una crisis existencial, o como diría yo, ante los problemas inquietantes y profundos del alma. Que son criaturas diminutas, en todo el sentido de la palabra, aunque poseen un corazón y un alma grande como los gigantes. Que les gusta los lugares ordenados y limpios, aunque dicen que nadie es profeta en su propia tierra. Que aman la armonía y odian las peleas, hasta el grado de que siempre terminan cediendo ante las discusiones y las exigencias de los demás, con tal de evitar esas acaloradas situaciones que por lo general siempre terminan en disgustos y amargos momentos, aunque esto suponga sacrificarse y asumir el anegable y eterno sufrimiento. Que no dicen mentiras, que odian que les mientan, aunque a veces se les olvida y ellos mismos hacen uso de aquellas “mentiritas blancas” con el fin de escaparse y poder viajar desde su mundo mágico del bosque donde viven al mundo cruel de los mortales con los cuales finalmente se han encariñado. Que aman los dulces y los caramelos, aunque nunca se les ha visto comerlos, quizás por temor a convertirse en seres más amables de los que son, o a convertirse en turrones dulzones y empalagosos. Que aman y se desviven por el vino, y sí que les gusta el vino, sobre todo si lo disfrutan en buena compañía, con música agradable ante la luz de la luna y las estrellas, mientras filosofan sobre sus vivencias, sobre sus hazañas de vida y la forma en que el mundo les ha pagado a pesar de ser seres tan buenos y bondadosos, seres sufridos e incomprendidos que solo viven para hacer el bien y ayudar a los demás. Que no tienen sexo ni género, por lo que se les puede poner cualquier nombre, siempre y cuando ellos se sientan a gusto con el nombre que elijas. Que son criaturas agradecidas, muy agradecidas, aunque a veces se les olvida el esfuerzo que los humanos realizan para agradarles. Que son criaturas mágicas que si los atrapas te conceden deseos, siempre y cuando prometas dejarlos ir nuevamente cuando ellos lo deseen. Que poseen una gran olla de monedas de oro, la cual siempre mantienen de manera oculta, a la que solo ellos tienen acceso, la que cuidan con celos, con amor y vehemencia, por lo que siempre regresan al sitio donde la escondieron, en el lugar más remoto donde termina el arcoíris, a vigilar que ninguna hada o elfo del mundo mágico se tope con la misma y se las robe, aunque esto suponga su desdicha, la causa de su sufrimiento eterno, porque a pesar de que en sus pocas andanzas por la vida encuentren algunos humanos que les brinden cariño, ternura y amor y donde es posible que puedan quedarse, olvidarse del sufrimiento del pasado y empezar de nuevo, al final y siempre al final sus apariciones son y siempre serán, de manera fugaz.

jueves, 28 de enero de 2016

UN INTENTO MAS


Con más de 20 intentos fallidos en abstenerme de comer (diría que uno por día) las grandes delicias que el hombre ha creado para su deleite (grasas, azúcares y demás) en lo que va de año, al fin me propuse remover esas libritas de más que cuelgan alrededor de mi estómago, y no porque me sienta obeso ni mucho menos, sino, por lo del dicho Platónico de que “el comienzo es la parte más importante de la obra”. Aunque debo de admitir que el modelaje nunca ha estado entre mis prioridades de vida, ni mucho menos, pero lo cierto es que todos hemos fantaseado con tener de adorno en nuestro abdomen esos famosos cuadritos marcados, y más cuando se está viviendo plenamente en los treinta y tantos,  cuando la figura se convierte en el centro de atención  de nuestra psiquis interna, como si de ello dependiera todo el derrotero a seguir en lo adelante, constituyéndose de esta manera en un karma que dictaría toda nuestra vida futura en cuanto a imagen y demás. Y ni hablar de los comentarios poco atinados de ciertas personas (mi amigo Robert) como: “Wao estas irreconocible” o “Que gordo estas”, como si ellos fueran el modelo perfecto a seguir en la sociedad, cuando en realidad son personas o muy flacas o muy gordas, muy feas o muy mal vestidas. Pero nunca he negado la verdad, amo los placeres culinarios, sí, me fascina comer, soy un comelón empedernido, pero también me preocupa la salud física, y más cuando tengo la necesidad de ponerme mis chaquetas y las sueras talla L que tengo colgadas y olvidadas en el closet por culpa de esos kilitos engañosos que se adquieren sin uno mismo darse cuenta, o por culpa de (ES) quien apuesta a mi pérdida de memoria para terminar quedándose con ella. Es por esto que, “remover la grasa abdominal de mi cuerpo”, figura entre los 10 puntos luminosos que adornan mi lista de metas para este año que recién comienza, meta que sin lugar a dudas resultará una labor titánica, atendiendo al hecho de que el no comer grasas y carbohidratos simples me pone de mal humor, me nubla la vista, me baja las defensas del cuerpo, me pone ansioso, tenso, nervioso, como si empezara a delirar y a soñar despierto, aunque admito que, como punto a mi favor, el Gym derrumbo en mi aquellos paradigmas que solía tener en mi tercera temporada de dietas totalmente desbalanceadas que terminaban dejándome sin fuerzas, demacrado, como si una aplanadora pasara sobre mí y luego soplaran a medias mi cuerpo mostrando lagunas que se veían a simple vista, mientras me arrastraba como los saltamontes. Y no importa si después de todo el esfuerzo, de lograr la meta y mostrar el cambio deseado, terminamos volviendo al inicio otra vez, porque siempre, mientras estemos vivos, tendremos la oportunidad de tener un intento más.

martes, 26 de enero de 2016

MI CUARTA TEMPORADA




"Y sin embargo se mueve…" Murmuro Galileo Galilei mientras salía de  los Tribunales de la inquisición de la Iglesia Católica en 1963 después de pronunciar su discurso de retractación por haber sostenido y creído que el Sol era el centro del mundo e inmóvil, y que la Tierra no era el centro y que se movía alrededor del sol, idea que revoluciono el mundo existente de esa época, desmontando así la teoría geocéntrica expuesta por Claudio Ptolomeo en el siglo II, lo cual demuestra una vez más lo cambiante que son las cosas. “Nada es estático, todo fluye”, decía Heráclito, y con toda razón, pues yo mismo soy testigo de lo cambiante que puede resultar ser la vida de una persona. Hoy, en pleno  inicio de mi cuarta temporada, haciendo una parada reflexiva,  recordé la célebre frase de “Ser o no ser” tratando de describir la experiencia misma de perder la esencia que durante tanto tiempo se tenía guardada en lo más profundo del espíritu, de aquel espíritu de mis días de adolescente cuando no habían reglas ni normas,  cuando el mundo giraba alrededor de mi persona y no yo alrededor de las cosas, cuando una cadena interminable de sucesos traía consigo  siempre un desenlace feliz(sin importar que aquellos sucesos fueran buenos o malos), cuando me sentía seguro de mí mismo y de todo, y no porque ahora no lo este, sino, que en aquel momento no lo era pero pretendía serlo, y aunque lo supiera me importaba poco saberlo. Y no voy a negar que con el paso del tiempo tuve un profundo miedo. Miedo a no poder ser quien en realidad quise ser. Miedo a defraudar a aquellos que en silencio me vieron bajar entre las nubes al mundo de los mortales, advirtiéndome lo desastroso que sería tal proceder. Miedo a vivir en una burbuja que podía romperse con el simple soplo del viento. Miedo a no tener todo aquello que una vez me propuse conseguir en la vida, porque, aunque siempre dije que tuve todo lo que quise, al final me di cuenta que siempre se quiere más y más, que la satisfacción es un término abstracto, ficticio, inexistente, carente de sentido y de toda lógica racional. Y de pronto, entre miedos e incertidumbres, entre decepciones y resignación, entre alegrías y tristezas, entre odio y amor, cuando estaba a punto de pasar el umbral de aquella etapa y pasar a la siguiente, tuve una idea, un destello único, de esos que cruzan entre mil tonterías al mismo tiempo, portando la luminosidad que siempre caracteriza a las genialidades únicas de mi cabeza. Me di cuenta que el pasado es como un ancla que hay que tirar y dejar atrás, y junto a él, los tormentos y los murmullos, dejar quienes fuimos, porque el presente trae consigo sus propios miedos. miedos con los cuales viviremos hasta convertirnos en quien realmente queremos ser, Porque no niego que la juventud es un “Divino Tesoro” pero la madurez trae consigo la mayor de las realizaciones humanas, la satisfacción de poder ver las cosas que no se ven, y aunque una vez me pareció ilógico pensarlo, hoy puedo decir, en esta cuarta temporada de mi vida, que estoy en mi mejor momento.

martes, 25 de junio de 2013

ENCANTADORES Y ENCANTADOS



A veces solemos escuchar ciertas cosas, que, en la mayoría de los casos, pasa desapercibido a nuestros sentidos más desarrollados, y en otras, nos retumban en el tímpano del oído, como cuando se escucha el tintineo retornante de la campana de la iglesia que está cerca de mi casa anunciando la inminente llegada de la noche. Pero de repente, cuando le ponemos atención a esos susurros retratados en sepia, descubrimos que estamos desnudos, como si nuestras faltas y errores permanecieran disfrazados en forma de virtudes y cualidades de las cuales en numerosas ocasiones llegamos a hacer alardes de ellas. Durante toda mi vida, y desde que tengo uso de razón, me he considerado ser un chico divertido, entusiasta, pero sobre todo muy encantador. Y aunque soy de los pro-defensores del circulo de ida de adaptación, lo del encanto, modestia y aparte, siempre ha sido un don natural, o al menos eso creía, hasta que recientemente escuche el “tintineo de las campanas” como un enorme eco en mis oídos: “Quizás estás perdiendo tus encantos, pero descuida eso pasa cuando nos vamos poniendo viejos”, me dijo, como si él fuera el ejemplo perfecto de la juventud divina.  No recuerdo haber emitido ningún sonido después de escuchar sus palabras providentes, más bien, me invadieron una serie de gestos y fenómenos inexplicables, como en aquella ocasión cuando me quede mudo y lo único que podía pronunciar eran escasos fonemas y algunas frases balbuceantes acompañadas de muecas y símbolos a medias. ¿Qué puede hacer que una persona pierda sus encantos? Fue la primera pregunta que vino a mi mente después de escucharlo, como si de repente quedara desnudo ante una triste realidad que de manera consiente o involuntaria, permanecía escondida de mi a mis propios sentidos. Me detuve por un momento, en busca de aquellos rasgos que evidenciaran mi perdida de carisma, mire fijamente mi cara por la pantalla de mi celular, abrí los parpados y examine minuciosamente cada detalle de mi cara, cada anomalía, cualquier cosa que me ayudara a interpretar sus palabras, porque al jugar a que era médico me iba convenciendo de que era verdad, de que alguien me había robado mi risa, de que quizás tenía razón y me había dejado todo mi encanto perdido en algún sueño de esas madrugadas que hoy no recuerdo. Y entonces, como si Dios escuchara mis plegarias, pronuncio las más sabias palabras que le oído escuchar en toda mi vida: “Pero no te preocupes, para compensar deberías de empezar a hacer más amable, porque mientras ustedes pierden su encanto, nosotros los jóvenes lo vamos aprovechando”. Entonces, fue en ese momento que lo mire fijamente, y note que tenía canas, que tenía arrugas en su cara, que al caminar caminaba encorvado como los saltamontes, con los parpados hundidos y unas ojeras que en tiempo de mi abuela se hubieran confundido con algún animal raro en una noche oscura, y si mis reflejos estaban bien me pareció verlo arrastrar sus pies cuando caminaba. Entonces ahí, y solo ahí, recordé todo aquel rollo de la física de que la materia no se pierde, sino que se transforma. En mí, el encanto no se perdió, sino que se transformó y me hizo lucir más joven, y en él, el encanto se desbordo, pero convirtiéndolo en una persona que, a pesar de ser más joven que yo, luciendo más viejo y desgastado.

jueves, 21 de febrero de 2013

LAMENTOS DEL CORAZON


Al escuchar su voz por última vez sentí un frío inmenso que se apodero de mi espíritu y de mi alma. Que me dejo un nudo en la garganta, que me impedía hablarte, decirte lo mucho que te amo. Tratar de convencerte de que eres mi vida entera, que no podría vivir sin tu amor, sin tu cariño, sin tu comprensión, y mi aliento de vida se fue desvaneciendo con el eco de tus palabras, y sentí que te llevaste mis sentidos y me fui sumergiendo en mi propia amargura, cayendo en lo más profundo de una densa oscuridad. ¿Por qué dejaste que el viento te susurrara al oído las mentiras que tus sentidos insinuaban? ¿Porque dejaste que tus emociones te engañaran, haciéndote creer que no te amaba y que no me preocupaba por ti? ¿Acaso no fue mi amor verdadero y puro para contigo? ¿Porque dejaste que los celos y la desconfianza te hicieran dudar? ¿Porque fue tan difícil percatarte de que eras todo para mí y que yo solo vivía para ti? No te imaginas lo difícil que has sido estos días sin ti, sin poder ver tus ojos, sin poder sujetar tus manos, sin poder acariciar tu pelo. ¿Recuerdas aquel día que te vi por primera vez? Sabía desde ese mismo instante que eras un ser especial y así resultaste ser para mí. Pese a que me abandonaste cuando más te necesitaba y te llevaste la alegría que había jurado no volver a tener después de que se llevaron mis ganas de seguir adelante en los días de aquel pasado que tú me devolviste el mismo día en que te conocí, quiero que sepas que no me arrepiento de haber compartido mi vida contigo. Quisiera correr a donde estas y poder abrazarte, sujetarte en mis brazos y apretarte fuertemente para que sientas mis latidos, para que veas que soy sincero y que mi corazón se estremece cuando estoy contigo. Quisiera poder lloran contigo y desahogar estas penas y angustias que me han hecho prisionero desde el instante en que te fuiste, quisiera poder cerrar mis ojos y llegar hasta ti, tenerte frente a mí y hacer de cuentas que no te has ido y que podemos volver a empezar de nuevo, como el primer día. Pero ya estas lejos, te has ocultado de mí y me has desterrado al cruel olvido, y me has dejado sin esperanza, sin vida para seguir. Me has dejado solo, sin fuerzas, sin alma, sin espíritu, vacío. Te has ido bien lejos y te has ocultado entre las densas nubes del cielo para que no pueda hallarte. Has ocultado tu olor de mi para que no pueda seguirte. Y al final, después de todo y una vez más, me he quedado solo sin estarlo, triste y olvidado, resignado a vivir con tus recuerdos porque así lo has decretado. Siempre te recordare por tu ternura, por tus besos cálidos, tus abrazos y tu mirada de inocencia y al mirar hacia el cielo y ver la belleza de las estrellas, la luz de la luna, veré tu rostro siempre. Hasta Siempre mi amor, mi mayor felicidad será que seas feliz con quien decidas volver a empezar y recuerda que realmente, aunque siempre lo dudaste, realmente te amé mucho mi cielo.

jueves, 24 de marzo de 2011

MI CONFESION

La verdad es que no pude contenerme al ver su increíble belleza. Su silueta radiante, la misma que se metió en lo más profundo de mi corazón. Confieso que no pude ocultarlo más y le confesé al viento lo que siento por ti, le susurre al oído que te has convertido en el aire que respiro día tras día, en la motivación que me da aliento y fuerzas para seguir hacia adelante en la vida. Y sentí celos al ver como el viento acariciaba tu pelo, para comprobar si eran ciertas mis palabras. Te confieso que no pude callar lo radiante y puro que es tu corazón y se lo confesé a las estrellas, le susurré al oído que al estar contigo me transmites una paz que corre por mis venas como una suave corriente de aire que se apodera mis sentidos, y sentí celos al ver cómo te miraban a través de aquella ventana en la que nos besamos aquella mañana en la que tu olor se quedó grabado en mi mente. Sí, sentí celos al ver como las estrellas quedaron deslumbradas y fascinadas al ver tu risa. Te confieso que no pude contenerme y grité al mar que había encontrado mi tesoro escondido en tu mirada, que me tienes cautivado, preso de tu amor, y sentí celos al ver como el mar se agitaba a causa de la belleza de tu boca, la cual excita mis sentidos y me deja sumergido en el deseo de tocarla y besarla. Te confieso que no pude callar lo que siento por ti y grite a las blancas nubes lo orgulloso que me siento de poder compartir mi vida contigo y de ser merecedor de tu compañía. Y sentí celos al ver como las nubes se quedaban atónitas al percibir el olor de tu piel, el cual es mal dulce que la miel misma. Te confieso que no pude callarlo y grite al cielo que cuando estoy contigo puedo volar recorrer el camino de mi vida sintiéndome libre. Y sentí celos al ver como los cielos tronaban de emoción al ver tu alegría, la cual me llena de satisfacción y me inspira en mis días grises. Lo cierto es que ya no quiero callarlo y no importa si el viento, las estrellas, el mar, las nubes y el mismo cielo me inspiran celos, porque al final tengo la dicha de poder vivir mi vida entera a tu lado tuyo.

jueves, 27 de enero de 2011

SUSURRO A MEDIA MAÑANA

Susurro a tu oído que te amo para que esta sea la primera palabra que escuches en la mañana. Para que las dulzuras de mis palabras se queden grabadas en tu mente. Para que recuerdes constantemente que en este mundo existe alguien que te ama y daría la vida por ti. Y no es que sea manía mía, es que me encanta acercarme a tu oído y con una dulce voz decirte cuanto significas para mí, porque lo siento, porque me nace de lo más profundo de mi corazón. Tampoco es que sienta que dormir contigo toda la noche no es suficiente, es que al momento de marcharme quisiera que mi presencia se quedara acostada junto a ti, abrazándote, acariciándote, mimándote. ¿Y si el sol entra por la ventana y te despierta y no recuerdas nada? Entonces me sentiré feliz porque pude Susurrarte al oído lo mucho que te amo, porque sé que mientras duermes me escuchas, sé que mientras te adentras en esos minutos a media mañana, tus oídos están siempre prestos a escuchar mis dulces palabras. Y aunque a veces dejamos que nuestros recuerdos vuelen lejos, pediré al viento que los regrese a ti, pera que al final puedas recordar que en cada mañana que pasamos juntos, te susurro al oído lo mucho que te amo, que aunque este lejos mi corazón siempre esta y estará contigo.

miércoles, 26 de enero de 2011

ME RINDO ANTE TI

Me rindo a tus pies porque te has convertido en un todo para mí. Eres el aliento de vida que me mantiene activo y me impulsa a vivir. Me rindo ante ti, porque descubrí que los días sin ti no son días, no tienen rumbo y se pierden en el olvido. Me rindo ante ti porque sufrí de locura, olvidé quien era y de donde venía, en los días en que ocultaste tu bella sonrisa, y me confinaste al cruel destierro de la insufrible agonía, la cual se posaba en mis hombros y me recordaba en cada momento lo torpe que fui, al creer que podía seguir viviendo sin ti. Me rindo ante ti porque te has convertido en todo lo que un día soñé ser para ti. Me rindo ante ti porque me transportas al paraíso, porque cuando estoy a tu lado siento como recorro el vasto cielo, montado en las nubes blancas que adornan el vacío de la nebulosa. Me rindo ante ti porque te amo, te amo más de lo que soñé amar a alguien, te amo más de lo que las olas han llegado a amar al mar, más de lo que pudieras imaginarte. Me rindo ante ti porque después de estos días de sufrimiento me di cuenta que sin ti ya no soy nadie. Me rindo ante ti porque al besarte sentí como me devolvías mis sueños, mis fantasías, mi alma. Estoy preso de tu amor. Sin una cura ni remedio para esta dependencia que me une de manera latente a tu cuerpo, a tu sonrisa, a tus besos, a tus caricias, a tus deseos. No me lastimes porque soy sentimental, soy vulnerable a tus gestos, tus deseos son mi prioridad y he llegado a amarte más que a mí mismo. Estoy preso de tu amor, porque me has hipnotizado con tus melodías, cual pescador recorre las aguas del mar detrás de la sirena que lo conduce con su sonrisa y sus encantos. Me convertí en un adicto de tu cariño, por favor nunca me lo niegues, o mis días se volverían grises y amargos, sin color y sin sentido. Me rindo ante ti y no lo digo con pesar porque al final, después de todo, al estar entre tus brazos, me di cuenta que adoro rendirme ante ti.

martes, 11 de enero de 2011

AMANECERES INTERMINABLES

Quién iba a imaginar que, en esos momentos tristes y amargos de mi vida, pudiera ver pasar toda mi vida frente a mí. Verme a mí mismo contemplar como mis ojos se cierran con el peso de mis lágrimas en estos amaneceres. Como si mi frágil corazón se negara a aceptar el cruel destino que me fue asignado. Hasta el cálido viento escondió su sonrisa, mostrándome su lado triste y moribundo. Quién iba a imaginar que el sol incauto me obsequiaría sus radiantes y primogénitos rayos en medio de mi agonía y mis tristezas. Quién iba a imaginar que el mar me dejaría pisar su suelo desierto, caminar entre rocas y saltar al vacío de sus olas cubiertas por un velo negro que resalta sus frías y agonizantes encrucijadas. Quién iba a imaginar que la niebla fría caería sobre mis hombros en forma de ceniza, mostrándome cual verdugo suele imponerse sobre los débiles y frágiles mártires, dejando huellas en mi rostro, las cuales perduran y se aferran a mi triste vida. Quién iba a imaginar que al amanecer me perdería entre pardas nubes en la selva umbría, de esos pantanos sin luz donde la lluvia se abre paso por el camino de la procesión triunfal de los sauces con extraño brío. Entonces caigo en el espiral de mi existencia, pensando en lo más sublime de mis temores, tratando de ser escuchado en medio de aquellas voces que las sombras conjuran en medio de las penumbras, aquellas que los jinetes segadores de aspiraciones cortan en el filo de la vida. Quién iba a imaginar que saber lo infinito implicaba convivir con aquello que abruma con el mar de la soledad, obligándome a tocar con mis manos, la frialdad de sus aguas turbias. He perdido la noción del tiempo y todo parece abstracto, confundido por la corriente de aire imaginaria que se cruza entre la línea de mis emociones y la burda realidad que choca contra mi rostro en mis amaneceres triviales. Entre lágrimas y risas, entre amaneceres y mis amaneceres interminables, al final, pediré a Dios vestirme de paciencia y sabiduría. Vestirme de luces en mis amaneceres quejumbrosos, porque, pese a mi lenta agonía, puedo ver las olas del mar y los cálidos rayos que me dan la bienvenida día tras día en cada amanecer interminable de mi vida.

lunes, 29 de noviembre de 2010

DORMIR CONTIGO

Adoro los días en que duermes conmigo. Porque al tenerte a mi lado me siento fuerte y las ansias se van. Las dudas desaparecen con el frio de la madrugada, porque estas a mi lado, porque tu cuerpo calienta el mío. Entre sueños me pierdo y me alejo, pero al sentir tus manos tocando me pecho regreso de lo más profundo de mis sueños y me adhiero a ti, sintiendo como calientas mi alma y envuelves mis sentidos. Dormir contigo es como sentir como se desliza por mi cuerpo el rocío suave y delicado de la mañana, es como poder palpar tu delicada sonrisa de ángel, la cual alegra mis días y me convierte en el hombre más feliz de esta tierra. Dormir contigo me hace ser niño de nuevo, me hace saltar y correr por el aquel camino mágico, lleno de cuentos y hadas saltarinas, motivándome a pedir deseos y fantasear con poder tocar el cielo viajar en las blancas nubes. Dormir contigo me devuelve la pasión, el amor, la lujuria, y a la vez me llena de calma, de paz, de tranquilidad. Al dormir contigo siento como pasan infinitas ideas por mi mente, es como si millones de estrellas colapsaran en el universo, como si las estrellas fugaces no se extinguieran nunca, como si los recuerdos se perdieran entre tus cálidas mejillas, y al mirar tu boca me pierdo en tu encanto, siendo cómplice contigo en tu silueta de manos, porque me tienes prisionero de tus deseos. Y es que dormir contigo en toda una travesía, porque te abrazo y te aprieto a mi pecho, sintiendo como mi mente se va durmiendo ante la inminente llegada del sueño que me invade, y entonces me entrego a él, sin resistencia, sin luchar, porque sé que estoy a tu lado y que pasare toda la noche durmiendo contigo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

LAMENTOS DE LA MADRUGADA

Entre sueños, delirios y la realidad que me ha tocado vivir, sentí mi propio lamento escondido, secreto. Como si estuviera recorriendo por aquel bosque prohibido, acompañado del susurro de una corriente de brisa que se mueve en todas direcciones sin un norte a seguir, sin un propósito que cumplir, caminando por aquella triste realidad que se ocultaba tras las hojas que caen en el cruel otoño. Y fue entonces que aquel remordimiento se adentró en mí ser, jugando a ser rey en aquel castillo que por un instante creí ser mío, teniendo a mis sentidos y emociones como simples vasallos de sus crueles intenciones, utilizando en mi contra mis propios pensamientos para hacerme sentir que al final nada tienes razón de ser. Sentí como recorría mi cuerpo provocando en mi confusiones y desilusiones amargas, como si tratara de asfixiarme y doblegarme ante sus intenciones, persiguiéndome hasta acorralarme al final del camino de mis días, como si fuera culpable por haber escuchado aquel secreto que desconocía y que, desafiando las fuerzas que lo mantenían oculto a mis ojos, a mis sentidos, decidí ser merecedor de esos secretos perdidos. Sentí como lloraba mi alma al no ser escuchada, como si tratara de descifrar la solución a esos problemas que durante mucho tiempo han perturbado la existencia misma, inquieta al no ver como se derrumbaba todo aquello que se había logrado con tanto sufrimiento y desdicha. Y sentí que mi alma, devastada por todo me abandonaba, como si se arrepintiera por haberme dado fuerzas, desilusionada por no haber sido escuchada, atormentada por los miedos que yo le infundía, dejándome sin aliento, sin fuerzas y sin entendimiento. Al final, cuando creí haberlo perdido todo, cuando mi ser mismo ya no aguantaba tanta aflicción, cuando mi conciencia había muerto, desperté, empapado de sudor, alegre porque todo había sido un sueño, pero triste al saber que había tenido un lamento de mi alma.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

AL DESPERTAR

Después de haberte buscado por tanto tiempo, sumergido en aquel laberinto olvidado, oscuro y frio, aquel laberinto sin vida por el cual perdí aquellos días felices en los que me arme de valor y decidí salir en tu búsqueda, segado a veces por la desilusión y el descontento por no encontrarte, llegando a creer que mi destino se había dictado por aquellas fuerzas escondidas y divinas, aquellas que escapan a nuestro conocimiento y nuestro entendimiento, porque se me advirtió cuando decidí bajar del aquel lugar inmortal, cuando decidí entregarme por entero a la humanidad, aquella humanidad que se transformó en una enorme laguna en la que me sumergía día tras día con el único afán de poder verte y tenerte. Finalmente soñé que te encontraba, que estabas ahí, frente a mis ojos, que finalmente te tenía en mis brazos, que tu respiración se ligaba con la mía y que ambos nos perdíamos en nuestro propio deseo y encanto. Entonces apreté tus manos, tan fuerte como el mismo viento en plena tormenta, y te besé tiernamente, sintiendo como humedecías mis labios como el rocío en plena mañana. Mientras te besaba mi corazón palpitaba de manera acelerada, como si quisiera salir de mi pecho y ser libre, y empecé a perderme en tus encantos, y la fantasía misma me cubrió con sus dulces delirios, llevándome al cielo mismo, recorriendo el camino largo que formaban las blancas nubes. Y cuando llego el momento de despertar, el momento decretado para la partida de aquel mundo mágico en el que te habías refugiado por tanto tiempo, note tu tristeza, tus ojos engrandecieron y una lagrima se deslizó por tu bello rostro, haciéndome caer el más profundo retardo de agonía que humano alguno haya podido presenciar. Y te fuiste alejando de mí, como se pierde la oscuridad de la noche ante la inminente llegada de la mañana. Cuando todo terminó, cuando creí haberte perdido de nuevo, entonces desperté y te encontré a mi lado, te aferrabas a mi pecho y entonces comprendí que el amor nos hace soñar, nos hace fuerte y débil a la vez, nos convierte en todo y nada, pero, sobre todo, nos devuelve la alegría y la felicidad y nos llena de bellas fantasías, y esto lo puedo decir a ciencia cierta porque fue exactamente lo que sentí cuando al despertar te vi a mi lado.

viernes, 19 de noviembre de 2010

TU OLOR AL AMANECER


Sin haberte esperado, sin saber que existías, has despertado en mí todo aquello que creí haber perdido en mis días perdidos. Sentimientos que me fueron robados, que fueron escondidos, ocultos a mi corazón, cuando decidí convertirme en un ser amargo, sin sentimientos. Y llegaste tú, encendiendo de nuevo la chispa que las frías brizas de las decepciones habían apagado, reviviendo en mí mis ilusiones secretas, devolviéndole a mi ser las emociones que durante dos largos años se ausentaron de mi alma. Has llegado a encender cada parte de mi ser, has dejado tu olor fundido en mi piel, haciendo que mis sueños ya no sean sueños, que las sombras ya no sean sombras, combinando mi respiración con la tuya. Porque me acostumbré a vivir mi vida sin pedir, sin exigir, porque perdí la faculta de ver lo bella que es la vida, Y TU me has hecho ver mi presente y olvidar mi pasado. Porque llegué a sentirme solo sin estarlo, desprotegido en alta mar, y de repente sentí tus brazos sujetándome de no seguir cayendo en el oscuro abismo que mi propia mente creo, sepultando los recuerdos felices de mi vida pasada. Al besarte siento como mi respiración se agita, al abrazarte siento como mi cuerpo se refugia en lo más alto de la cima, porque tus encantos y atenciones me han conquistado. Gracias por ser quien eres, porque tengo que confesarte que eres todo lo que buscaba y esperaba.Al despertar me di cuenta que no fue un sueño, un delirio de mis fantasías secretas y olvidadas. Estabas ahí, junto a mí, con tu bella sonrisa y tu mirada divina, capaz de doblegar al más fuerte de mis impulsos. Capaz de llevarme al rincón más profundo del cielo mismo y hacerme delirar entre mis fantasías y mis realidades. Ahí estabas, sin imaginar las innumerables ocasiones en las que soñé tenerte entre mis brazos, apretar tu pecho junto al mío, susurrarte al oído con voz suave y melodiosa que te amo, que eres lo más importante que me ha pasado en mucho tiempo, en toda mi vida. Y fue entonces cuando imagine apretar tu mano suave y tierna y recorrer el bello campo, como en aquellos días de otoño, aquellos días felices que cubrían mi vida y me llenaban de ilusiones, sí, recorrer la pradera y contemplar aquel jardín parecido al paraíso mismo, aquel jardín que crece a lo largo del camino infinito que se visualiza por tu ventana. Aunque muchas ideas recorrieron mi mente en esos fugaces segundos, debo de confesarte que en todos estabas tú, a mi lado, fundiendo tu ser con mí ser. Mientras me perdía en esos sueños e ideas en mi mente, tu rico olor me trajo de vuelta a la realidad, sentí como me abrazaste y te acercaste a mi oído, como si intentaras examinar mi silueta, buscando rastros en mi piel, en mi aroma, en mi ser. Al despedirme de ti me sobrevino la tristeza, la agonía y la tensión, porque te ibas de mi lado, dejándome solo con tu olor en mi piel, aquel que me hizo contemplar los sueños escondidos durante toda la noche, la noche que me regalaste y recordaré toda mi vida, porque, aunque no lo creas, tu olor y tu ser se quedó guardado en mí.

miércoles, 24 de febrero de 2010

REMORDIMIENTOS DEL ALMA

Remordimientos de alma”. Quizás este sea el término que explique los cambios de personalidad que reflejan tristeza y angustia cuando se carece de una conciencia. El remordimiento del alma es un concepto más profundo. Sobrepasa la línea de lo racional y se convierte en un hecho o fenómeno inexplicable desde el punto de vista humano. Implica más que una conciencia afectada (si es que existe alguna conciencia). No es que se intente regresar al pasado en busca de una segunda oportunidad para remediar o evitar el hecho generador de tal estado de situación, sino que, es un estado caracterizado por la aceptación de las consecuencias que implicaron el haber actuado de tal o cual forma, y esto es lo que, desde mi punto de vista, lo hace ver como un hecho inexplicable. En un estado de remordimiento rutinario, las respuestas emocionales del cuerpo son producidos o emanados por un factor emocional llamado “conciencia”, pero, ¿Y si se carece de tal factor emocional? ¿Quién dicta las órdenes? En días pasados mi amigo FB por razones que no vienen al caso mencionar, se vio en la obligación de despedir a uno de sus empleados directos, acción que en un principio no resulto tan difícil para él, puesto que desde mi punto de vista es una persona que carece de conciencia. Al enterarse de las dificultades que este individuo paso producto del despido, mi amigo FB empezó a manifestar una serie de cambios emocionales que culminaron con la reposición del individuo a su anterior puesto de trabajo. El punto clave de la situación no lo constituyo la acción de reposición, sino, los cambios emocionales sufridos durante el proceso. Es por ello que digo que los remordimientos del alma son más profundos, son más complicados, más enigmáticos. Es un pesar cuyo origen no está en nuestra cabeza, sino en nuestro corazón. Es una aceptación de las consecuencias, sin que se quiera remediar el hecho. Es un padecimiento consiente, como si se tratara de una marca de nacimiento que se llevara durante toda nuestra existencia. Es un estado en el que no hay solución, o al menos no se contempla de manera consiente. Lo que me lleva a pensar que a veces es mejor tener conciencia, aunque no se quiera, porque al final, y solamente al final se afectara nuestra mente y no nuestro espíritu cuando se padezca de un remordimiento del alma.

martes, 20 de octubre de 2009

MIS DIAS PERDIDOS

A veces me pierdo entre mis olvidos, entre mis sentidos y mis recuerdos perdidos, cruzando el umbral de mis deseos y anhelos olvidados. Donde la soledad es como un castigo que me imponen aquellos que juegan a ser dioses en mi vida. Aquellos mismos que con gran osadía me empujaron a los brazos del viento frío de la madrugada, cuando el rocío se desliza por la tenue brisa cálida que se adueña de las horas perdidas, de los minutos tristes y abatidos que recorren la larga procesión hacia el final de su existencia, de mi existencia. Donde mis días no son días, si no sombras de mis sueños, como un sueño raro, llenos de tristeza y amarguras acompañadas de impotencia, al ver como la vida se gasta en mis días que no son días, si no laberintos rodeados de tristezas, las cuales me invaden y me causan amargura. Y hoy, al cabo de tantos y perplejos años de errar bajo la luna, me pregunto qué fuerza misteriosa escondió mis sueños y mis deseos más secretos, como el castigo que se inflige a los que sin poder alguno desafían a lo desconocido. No porque sienta que mi vida se ha acabado, sino porque me siento cansado, me siento solo, triste, al ver como a otros se le concede el secreto divino que se oculta bajo el mismo sol, y que sin esfuerzo alguna se les concede el poder descifrar los misterios de la vida que realmente es vida. Porque mis días no parecen tener fin, porque me siento solo sin estarlo, porque la alegría se fue de mi vida y mis momentos se han vuelto amargos, carente de rasgo alguno de felicidad. Como si mis quejas fueran opacadas por el eco de mis propios lamentos, como si tras cruzar por el umbral se borrara aquel camino que me llevaría al mismo cielo. No porque mis días pasados fueran mejores, sino porque ya no tengo días, solo tristeza y amargura. ¿Y si hubiera decidido no desobedecer a los que me advirtieron lo que pasaría si descendía de mi lugar santo? Quizás mi vida si fuera vida y no tristeza, quizás mi alma dejara de rogar ser perdonada y el llanto que cae al vacío infinito dejara el sonido del llanto de mi triste recinto sellado.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

TRAICIONADO POR MI PROPIA ALMA

Sin poder evitarlo te siento, como en aquellos días que se vuelven fríos y a la vez cálidos. Siento como recorres mi cuerpo, como te acuestas junto a mí cuando me sorprendes desprevenido en la oscura noche, abatido y cansado de vivir una vida de mentiras y fantasmas, una vida fuera de mi propia vida, bajo el sonido del silencio y las sobras ocultas de las mismas sombras. A veces me pierdo entre lo real y lo fantástico, como si cayera en un sueño lento y acalorado que me seduce y anestesia mis sentidos y me transporta al dulce karma de tu inesperada presencia, que día tras día regresa sin ser llamada. El sudor en mi cuerpo, la brisa tensa que se escurre por la ventana, delata tu presencia y te escondes tras la puerta, jugando a hacer como el viento, que solo se siente y se percibe por sus suaves ráfagas, como un torrente nebular que despliega una corriente de aire que congela y frisa mis sentidos, que me envuelve y me hace girar hasta el cansancio mismo, provocando mis repetidos e interminables delirios a media noche. Y cuando mi alma está en reposos, entonces te vuelves invisible y tu silueta se desvanece de detrás de la puerta y sin notar tu presencia te acercas despacio a mi pecho como si trataras de robarme el poco aliento que me queda, aquel que decidió seguir viviendo junto a mí, aquel que prometió darme las fuerzas para no revivir nuestra vida juntos, aquel que me inspira a no pensar en aquellas emociones malditas y prohibidas, condenadas por mi espíritu y desterradas al lugar oscuro e infinito de mis emociones y mis deseos no cumplidos. Entonces, entre sueños y delirios me hipnotizas y al no poder robarte mi alma la escondes, la ocultas, la alejas de mí, y cuando mis fuerzas casi me abandonan y notas que estoy a punto de morir, la traes de vuelta y me dejas perdido en mi propio trance, como si trataras de castigarme por haberte dejado partir cuando rompimos la regla sagrada del amor eterno, cuando mi mente dejo de pensar en aquellos momentos que son inolvidables, abatida por aquellas olas que desafiaron las leyes naturales y sobrepasaron los límites de la cordura y lo normal. Y cuando creo haber terminado con aquel sueño hecho realidad, término parado sobre la frágil línea que divide nuestras vidas, contemplando como ríes ante mis debilidades, viéndote partir después de haber comprobado, una noche más, que cuando mi cuerpo duerme mi alma me traiciona y te sigue, seducida por tus mentiras y encantos.

lunes, 10 de agosto de 2009

COMPLEJIDAD HUMANA: ADAPTACION

A pesar de ser instruido durante toda mi vida bajo doctrinas esotéricas, llegando incluso, a conocer las raíces culturales derivadas de la filosofía, la religión y el arte, superando por completo las enseñanzas y tradiciones de las sociedades secretas, tengo que admitir que la complejidad humana siempre ha resultado ser como una especie de enigma para mí: fascinante y a la vez complicada. Lo fascinante radica en lo inestable que puede ser, y la complicación resulta de lo impredecible que se puede llegar a ser bajo un sin número de circunstancias escénicas. ¿Qué es lo que impulsa a la gente a comportarse de una u otra forma en las diferentes circunstancias de su vida diaria? Un día sonreímos y al otro maldecimos. Un día creemos haber encontrado a alguien especial y de repente, por no recibir repuestas, desechamos la idea, sin percatarse, a veces, que más que una indecisión, es cuestión de percepción. A veces solemos molestarnos por no escuchar un “Discúlpame”, pero ¿Qué relevancia tendría esto si al final se conocen bien las intenciones? He conocido personas que muestran afecto o respeto, aun sin conocer rasgos físicos de otra persona, no recibiendo la misma acción por parte del individuo en cuestión, y es que la complejidad humana sobrepasa todo entendimiento originado por las neuronas. Alguien hablaba, o, mejor dicho, cuestionaba acerca de la acción de "Fingir para impresionar”, aun cuando esto supone ir en contra de nuestros propios gustos y patrones determinados de conducta, haciendo hincapié no en la mera acción del comportamiento, si no, haciendo alusión a las razones que conllevan al individuo a tal acción. No es que "Los patrones personales están constituidos a base de complacencia", es que todos, en algún momento de nuestra vida, sin excepción alguna, hemos tenido que jugar a ser personas diferentes, ya sea para impresionar o ganarse a alguien. Es como una especia de sufismo, como si se pretendiera primero, tomar el camino que purifica el espacio donde se concentra el espíritu humano interno, y luego, aventurarse a lo que se puede lograr una vez que este realizada la jugada inicial. Es cierto que a veces, solo se engaña uno mismo, pero de no ser así, ¿Cómo llegar a satisfacer la ansiedad de convertirse en espía de un circulo diferente al nuestro?, cuestionaba la misma persona. Sin lugar a dudas, que no sería posible de no ser por la acción de fingir gestos y gustos determinados. A veces no es cuestión de fingir ciertas acciones, más bien, se trata de adaptarse a determinadas circunstancias. Es posible que a una persona le cueste mucho manifestar un sentimiento de afecto o cariño, ya sea por factores familiares o sociales. De repente conoce a otra persona que demanda los afectos propios de una relación de pareja, y entonces se empieza a pretender demostrar que se puede expresar el cariño a través de ciertas acciones que irían desapareciendo a medida que la confianza se afianza en el noviazgo. Lo que trato de expresar es que, a veces no es cuestión de fingir, sino de adaptarse al medio que nos rodea en un determinado momento, aunque se piense lo contrario. No estoy de acuerdo con la idea de que “la capacidad extraordinaria que tenemos para adaptarnos a lugares, situaciones y circunstancias nos hacen colapsar cuando nos llevan al extremo, o cuando nos sacan de nuestro ambiente”, porque al final de una u otra manera, siempre terminaremos interactuando fuera de nuestro circulo, tratando más bien de adaptarnos a los gustos ajenos, mas no fingiendo.

lunes, 3 de agosto de 2009

UNA TAZA DE CAFE A LA MEDIA NOCHE

Al final, después de unos largos e interminables minutos, en busca de una excusa, decidí hacer como una especia de acto de aparición sorpresa en aquel lugar mágico. Como si pareciera un deseo concedido por un hada a la media noche. Pero lo cierto es, y haciendo honor a la verdad, que no la necesitaba, porque de repente, a veces, solo basta con querer hacer algo y del resto se encargan las casualidades de la vida. De repente estábamos ahí, frente a frente, sentados en la sala en la pequeña mesa de cristal, contando historias, anécdotas de nuestras vidas, como si quisiéramos enviar códigos, mensajes a medias, patrones de conductas, gustos y creencias disfrazadas de cuentos de hadas. Mientras me hablaba no pude evitar perder mi mirada en su rostro, observar lo hermoso que se veían esos ojos vivarachos, inquietos y veloces, que se movían de un lado a otro, provocando en mí el más intenso y apasionado de los morbos. Estábamos tan cerca el uno del otro que sentí como su respiración acariciaba mi rostro, mis labios, humedeciendo por completo mi boca, mis deseos, mis pasiones. En aquel recorrido visual me detuve en sus labios carnosos sin poder evitar fantasear con perderme en ellos tan solo por un instante. De repente, mientras escuchaba sus palabras, volví al pasado, a los días de la efímera felicidad, de risas y de alegrías fugaces. No es que de repente vi pasar toda mi vida delante de mí, como me ha sucedido en otras ocasiones, pero si pude contemplar y detenerme en los momentos felices que en uno u otro momento han protagonizado ciertas escenas de mi corta vida, como si alguien superior a los humanos me estuviera enseñando la valiosa lección de no dejar que los miedos y los fantasmas ocultos del pasado sobrepasen las ganas de seguir adelante. Mientras fantaseaba con su pelo, con su nariz, olvidando por completo la realidad en la que estaba, escuche su voz, como si se tratara de un eco que va perdiendo fuerzas a medida que se desvanece en el vacío: “¿Lo prefieres frío o caliente? ¿Una o dos cucharadas de azúcar?”, me dijo, mientras tomaba la cafetera en la mano. Me quede frisado y mi reacción por poco y me delataba y es que no soy amante a la cafeína ni mucho menos, pero por un instante había olvidado que precisamente esa había sido la excusa inventada que justificaba mi presencia en ese lugar y en ese momento maravilloso. Y lo cierto es que, al ver como su boca se ligaba con aquella taza llegue a sentir envidia, envidia de aquella taza que se frotaba con sus labios, con su aliento, con lo dulce de su paladar, envidia de aquella escena que recordare durante toda mi vida, cuando a media noche, deguste “Las mejor taza de café que he bebido en toda mi vida”.

lunes, 27 de julio de 2009

CATARSIS A MEDIA NOCHE

A media noche, cuando las corrientes de aire que se deslizaban por las paredes de mi habitación empezaron a tornarse pesadas, y el susurro de la luna había sido opacado por los destellos luminosos de las estrellas que apuntaban a mi cama, te sentí recorrer mi cuerpo, quizás en busca de algunos recuerdos que dejaste aquel día, creyendo que podías volver en cualquier momento o quizás fue solo por olvido. Mi respiración agitada delataba tu presencia, y el ritmo acelerado de los latidos de mi corazón marcaban tu largo e interminable recorrido dentro de mí. Buscabas respuestas, razones, verdades, como quien trata de convencerse de las realidades que se muestran ante nuestros ojos y que difícilmente aceptamos con tan solo verlas. Note tu preocupación, tu angustia, tu aflicción, al cruzar de un sitio a otro, como si tu búsqueda se convirtiera en un laberinto infinito, tratando de disimular la decepción que te provoco no encontrarme en estado en que me dejaste. Sentí como tus manos trataban de acariciar mi rostro, resultando imposible atravesar la barrera del tiempo y el olvido, tratando de humedecer tus labios junto a los míos, obteniendo solo reproches, tratando de abrigarte en mi pecho y sentir mi calor, obteniendo solo rechazo. Y subiste a mi mente, tratando de confundir mis pensamientos, de chocar con mis ideas, de introducirte en mis recuerdos, reviviendo los momentos en que heredaste mis ideas, mis pensamientos, mi amor. Y recordé aquellos días, donde jugabas a ser Dios con tus influencias, con tus tretas, con tus mañas, y entraste en un estado de confusión, como cuando se nubla el pensamiento y empezamos a ver sombras, visiones y sucesos sin relevancia ni explicación. También note tu tristeza, tus lamentos, en tu recorrido hacia el final de tu existencia en mí. Y fue entonces cuando te detuviste en mi corazón, como si supieras que aquel lugar seria tu salvación, esperando encontrar la razón por la que seguirías formando parte de mí, en busca de nuevos rastros de amor, buscando huellas de sentimientos guardados, arraigados en lo más profundo de mi ser, como quien aprende una enseñanza paralela interior o esotérica que se daba únicamente a los que se reputaban moral y espiritualmente merecedores y personas maduras para recibirla, y al final, note tu regocijo, al darte cuenta de que me he vuelto un ser vacío, melancólico, carente de rasgos sublimes a las reacciones de los mortales, como quien se desvanece con el rocío de la madrugada al comienzo del día, como un deseo fugaz que desaparece ante la materialización de los sueños perdidos. Y mi espíritu, ante tu alegría, se intranquilizo, sintiéndose traicionado por mis emociones, asustado por mi impotencia, decidido a paralizar mis sentidos y mis deseos, obligándote a salir contra tu voluntad, sin dejar rastros, ni sombras, devolviéndome mi alivio, mi paz, mi tranquilidad, después de experimentar mi catarsis a media noche.

lunes, 20 de julio de 2009

COMO UNA SOMBRA DE NUESTRA PROPIA SOMBRA

No soy de esos chicos que viven aferrados a circunstancias y motivos de la vida pasada, pero al igual que todo ser humano que vive sobre esta tierra, tengo mis demonios y las sombras que día tras día secuela mis trágicas parodias a las que a veces y solo a veces llamo vida. Aunque a veces las respuestas a las interrogantes que nos planteamos provienen de nuestro propio interior, jugando a creer que a veces las paredes y los susurros del viento, que todo lo observa, se deslizan por nuestro cuello y nos concede el don de poder descifrar hasta los más enigmáticos acertijos, termine ante su presencia, rompiendo las promesas que les hice a mis emociones, a mis principios, sin importar las promesas que me hice a mí mismo de no volver nunca en la vida a recurrir ante su rostro, para escuchar sus divinas palabras, para revelar ante él mis miedos ocultos, y terminar con las secuelas que se han venido repitiendo una y otra vez ante mis ojos, como una especie de Dejabu o sueño místico. “¿Qué es lo que te atormenta?” me dijo, invitándome a comenzar mi historia, como si supiera de antemano cada detalle, cada rasgo minucioso. Había algo en sus palabras que me atemorizaba, como si sintiera una amarga sensación de un presagio que abordaba mi mente por desobedecer las leyes sobrenaturales que rigen mis actos, los mismos que a veces me obligan a cumplir mis promesas, recordándome en todo momento las consecuencias desastrosas que provienen de intentar compartir mis secretos profundos, sin importar que se trate de alguien conocido como un Dios. Como cuando te pierdes y te ahogas en lo más profundo de una noche acalorada, pidiendo a voces que alguien te rescate, contemplando solamente los débiles sonidos que se van perdiendo en el mismo sueño. Había una corriente de aire tibia que circulaba por las cuatro paredes de la habitación, solidificando las gotas de sudor que colgaban en mi frente, amenazando con caer al vacío y delatar mi estado de nerviosismo, como si algo o alguien estuvieran presente, en espera de las revelaciones que permanecían ocultas en mi caja de pandora y que oído humano jamás han escuchado. Mientras le contaba mis miedos, mis sombras, me perdí en una mirada fija por la ventana, sin poder evitar navegar por unos segundos en el cielo que se revelaba ante mí. No había nubes, ni estrellas. La luna se ocultaba detrás de su silueta, de su sombra, de su pena. No había ruido, no escuche voces ni presiones esta vez, diferente a la última vez que recurrí a él en busca del significado de los tormentos que agobiaban mi mente, cuando se revelo ante mí como el Santo Oscuro. Al terminar de contar lo inmencionable, sentí que se formaba un nudo en mi garganta. No por haber desobedecido a los Dioses, al compartir con él los secretos que se perderían en mi mente con el olvido y el tiempo, si no, por ver su rostro, por contemplar su silencio, como quien medita y procesa todo para luego enunciar una ley que humano alguno no podría cumplir sin la ayuda de quienes dictan las reglar de la vida. “La felicidad, a veces, implica dejar atrás todo lo que nos hizo feliz en una etapa pasada. Ser feliz implica no ser cobarde y decir las cosas que se deben decir, sin importar que al colgar nos desvanezcamos en llanto y nos ahoguemos en el sufrimiento momentáneo. Ser feliz significa dejar los miedos del pasado y abrirse a nuevos retos, a nuevos miedos”, me dijo, como si se tratara de una regla de oro que tendría vigencia por los siglos de los siglos. Entonces y solo entonces, pude ver más allá de mis ojos y contemplar el secreto que permanecía oculto frente a mí, comprendiendo el significado de sus sabias palabras, y pude darme cuenta que el amor, el sentimiento y el miedo del pasado, no pueden convivir con nuestras emociones presentes, ni mucho menos ser sombras de nuestra propia sombra.

martes, 14 de julio de 2009

SOÑAR DESPIERTO

Después de casi un año sin vernos nos encontramos por pura coincidencia del destino. No soy de esos chicos que suelen encerrar las experiencias negativas de la vida en la mística caja de Pandora, pero después de tanto tiempo sin vernos, hasta los recuerdos, buenos o malos, terminan siendo enterrados por el olvido. Aunque siempre trato de ser yo mismo, me vi en la necesidad de fingir inocencia al tratar de pasar desapercibido sin que sus ojos lo notaran. “Muchacho cuanto tiempo, estas bien perdido”, me dijo, mientras yo intentaba poner una cara de asombro ante aquel reencuentro fortuito, que más que placer, me producía desesperación. Al ver su rostro intente recordar los rasgos comunes que me motivaron a formalizar nuestra relación pasada, y al decir verdad, no creo haber conservado momentos gratos de esa relacion, pues nunca los hubo, pero siendo justo, y en honor a la verdad, creo que fue su humildad y sencillez lo que nos enlazó por casi dos años de relación. “Me imagino que tienes pareja”, me dijo, con un gesto sarcástico y hasta medio burlón, mientras caminábamos por una calle, que, de no ser una broma de mis ojos, parecía interminable. “Lo cierto es que a mí me ha ido de maravillas en la vida, desde que decidí terminar contigo”, prosiguió su recital, olvidando por completo que fui yo quien decidió poner fin a aquella travesía que solo se ven en las películas ciencia ficción. “Ahora tengo un novio muy lindo. Nos vamos todos los fines de semana para un Resort en la Jeepeta que compre hace unos meses. Vivimos felices en mi apartamento en Gazcue y creo que pronto nos mudaremos en otro apartamento más amplio y cómodo. Cuando viene a ver a ti también te ira igual, aunque la verdad es que soñar no cuesta nada”, concluyo su sermón, con una risa maquiavélica, de esas que suenan como muahahaha, como si tratara de convencerse de todas sus historias más que a mí mismo. En situaciones normales me hubiera quedado callado ante tales oraciones yuxtapuestas, pero me rechinaban los oídos, y eso para mí es una señal de mal agüero. “Qué bueno que te esté hiendo tan bien la vida”, le dije, mientras me dejaba guiar por esa voz tan mía que se apodera de mis pensamientos ante tales situaciones. “Recuerdo haber alabado tu sencillez y tu humildad durante los dos años que pasamos juntos, pero lo cierto es que, no sabía que tenías la habilidad de soñar con los ajos abiertos. Si me hubiera dado cuenta en aquel momento de que poseías tal habilidad, créeme, te hubiera apreciado más y quizás no te habría terminado”, concluí, sin más nada que decir. La verdad es que no recuerdo si dijo algo más relacionado con sus fantasías y sueños, porque en lo que a mí respecta, solo llegue a escuchar unos monosílabos como um, eh, ah, como si tratara de decirme algo más, y yo, aunque no poseo esa maravillosa habilidad de soñar despierto, tampoco soy bueno en descifrar fonemas y palabras a media.

jueves, 9 de julio de 2009

NUESTRO SECRETO DE AMOR

Si supieras que cada noche, cada madrugada, jugamos a ser felices en mi cama. Y al tenerte frente a mí, me pierdo en esa mirada tan franca, que emanan de tus ojos cuando me acerco a ti, cuando susurro palabras en tu oído y me deslizo por tu cuello, como quien se sujeta de las nubes y palpita el mismo viento. A veces impaciente por tu lenta llegada, me inclino hacia la ventana para observar tu frágil silueta que aparece de repente junto a mi sombra. Entonces me invitas a ligarme junto a tu cuerpo, fusionándonos en un solo ser, en una sola alma. Si supieras que en estos días has hecho una morada en mi corazón, que nos hemos perdido en el silencio de la noche, a oscuras, donde me muestras tu ternura, tu esencia cargada de una chispa que me enloquece, donde dejas tus reglas y los patrones de conductas dictadas por las fuerzas invisibles que envidian tu belleza, y te abandonas a lo desconocido, a las cosas sin razones, a nuestra lujuria. Si supieras que cada noche vienes a mí y te refugias en mis brazos, te abandonas a mis caricias, a mis encantos y me sujetas con ternura, con pasión, haciéndome llegar hasta la cima de lo prohibido, y entonces, sin ninguna resistencia, me pierdo en tus labios, en tus besos, en tu semblante virgen, humedeciendo mi boca con tus dulces labios, entregándome por completo al escalofrío que me produce tenerte junto a mí. Sí, empiezo a temblar, el placer se apodera de mí y me quema como una llama en plena esencia. Si supieras que cada noche espero con ansias tu aparición, como una especia de cita puntual, prohibida para los demás, como un rito de derroche, de placer. Entre besos, caricias, pasión, deseo, me transportas al mismo cielo. Al final te vas y desapareces entre la silueta de la cortina, dejándome exhausto, empapado de sudor y de lujuria. Al hablar contigo sonrío al ver que no recuerdas nuestra experiencia nocturna. Como si los mismos dioses se encargaran de traerte a mi cuarto en una especie de burbuja mágica, inmune a los recuerdos, a tus sentidos. Si supieras que a veces me pregunto qué harías si pudieras recordar que cada noche, cada madrugada, te tengo en mi cama, en nuestro secreto de amor.

martes, 23 de junio de 2009

UN SUEÑO ANGUSTIOSO

Anoche tuve un sueño muy angustioso. Tuve visiones y se descifraron ante mí muchos secretos. Vi como los Dioses, en su ímpetus y soberbia, como quien hace alarde de su poder, desobedecían mis órdenes y te regresaban a mí. Todo fue tan claro para mí, recuerdo todos los detalles con gran precisión, como el día que descendí de los cielos mismos y me hice mortal para entregarte mi alma y abandonarme a tu lujuria, haciendo caso omiso a las advertencias de aquellos que predecían mi caída y mi ruina por abandonar la morada de los que no entregan su alma, que solo contemplan el sufrimiento de los mortales y que dictan las reglas para que el sueño de los humanos nunca termine. Note que conservabas tu brillo, tu belleza, tu risa y tus encantos, como aquel día, cuando en contra de mi voluntad, selle tus últimos recuerdos en los oricalcos, y jure que jamás los liberaría de su eterna prisión. Estabas ahí, junto a mí y me agarrabas de las manos, olvidando el pasado y empezando de nuevo, como cuando te acuestas en una noche de perturbaciones, deseando que amanezca pronto para que el silencio de la madrugada oculte las preocupaciones, recorriendo el camino que yacía olvidado por las amarguras y los rencores de mi corazón. Parecías tan real, ver al olvido devolvernos nuestras vivencias, nuestras ilusiones perdidas, nuestros recuerdos olvidados, aquellos que el viento se había llevado junto con el roció de la madrugada, esparciendo las cenizas por todo el universo. Ante el oráculo de Delfos sentí como me invadía una tensión, que se respiraba en el entorno, aunque para ti pasaba desapercibida, como si aún conservara parte de las habilidades que el mismo infinito me había otorgado en los días de mi gloria, cuando desde la morada de los inmortales contemplaba las debilidades de aquellos que como títeres vivían de manera rutinaria en la tierra, no sabiendo que seres superiores a ellos se mofaban de sus estupideces. Después de escuchar sus sabias palabras, de repente, contemple como de una manera triste ambos enterrábamos nuestro amor, nuestras ilusiones, aquellas que sobrevivieron a la guerra eterna del olvido y el perdón, Juntos ante la tumba de nuestras pasiones, y contemple tus lágrimas, vi como el llanto salía de tu pecho provocando que tus manos temblaran, como tratando de explicarme las razones que te arrebataron de mí, como si algo o alguien controlara tu mente y tu ser y te arrastrara hasta el lugar al que yo mismo decidí enviarte. Entonces te fuiste desvaneciendo con el viento ante mis ojos, observando como tu silueta se perdía ante el ruido del llanto que se había quedado alrededor nuestro. Me quede inmóvil, paralizado ante tu segunda partida, creyendo que una fuerza del más allá me impedía agarrarte de los brazos, posponiendo tu partida. Y fue entonces y solo entonces cuando comprendí que más que una fuerza desconocida del más allá, era un pesar que emanaba desde mi propio ser, deseando verte partir, sin remordimientos, dejándote libre para seguir tu camino hacia tu destino incierto. Entonces, cuando ya no estabas, cuando se acabó la magia, desperté empapado de sudor, sintiéndome feliz entre la amargura y mi tristeza, porque, aunque a veces mi realidad converge con mis delirios y fantasías, me di cuenta que solo fue un sueño angustioso.

lunes, 15 de junio de 2009

ME PARECIO ESTAR EN ITALIA

La verdad es que no soy de esos tipos complicados que siempre llevan un manual sobre qué y cuándo comer. No por considerarme un chico glotón (esa es otra historia), sino porque me encanta comer y disfrutar de los exquisitos platos que ofrece nuestra gastronomía popular. Aunque no suelo complicarme a la hora de elegir un sitio o un plato, hoy me resulto un poco difícil la decisión, como cuando uno se levanta con el ruido del despertador, con los nervios de punta a las 7 de la mañana con un sueño terrible, ante la disyuntiva de: "me baño o no me baño", como "ser o no ser". Fue entonces cuando recordé las sabias palabras de un amigo: "Este es el siglo de las NO complicaciones" por lo que decidí salir a comer fuera de la oficina y así resolver de manera sencilla lo que en un principio aparentaba ser un enigma que me llevaría años en poder descifrar, como cuando por razones inexplicables me decidí buscar el secreto de la eterna felicidad. El sol brillaba de una manera muy diferente ese día, las palomas volaban de un árbol a otro con finas ramas de olivo en sus picos, se podía percibir un olor a frescura en el aire que solo el bosque propiciaba y entonces me topé con Alicia en aquel mundo de..........., Discúlpenme, creo que me perdí en la historia. Al salir de la oficina ya me había decidido mentalmente a almorzar con una batida de lechosa y un rico sándwich de pierna de esos que venden en "Buen placer", entonces me topé con ese lugar. Me sorprendí mucho al verlo de frente, porque, aunque suelo pasar por ahí todos los días no me había percatado de su existencia. No sé si fue el aroma, o el trato gentil y amable que supuse recibiría de una joven elegante que estaba parada en la puerta, lo que me motivo a entrar, como cuando tuve mi primera experiencia sexual y no sabía lo que hacía ni lo que podía hacer. Al entrar me pareció haber entrado a un universo paralelo a mi realidad. Gente elegante a mi alrededor, un rico aroma a vino que me volvió loco por completo (me encanta el buen vino), mesas decoradas al estilo Miguel Ángel y todo un repertorio de cuadros de Picasso. Me senté en una mesa frente a la calle, contemplando el diario vivir de la gente que cruzaba frente a mis ojos y una música de fondo que me remonto a los años de Mozart y su retórica para los amantes a la buena músicainspiración que resulto interrumpida por una voz suave y melodiosa: "Buon pomeriggiosignore. ¿Sono in grado di servire voi?". La verdad es que, aunque no se hablar italiano, logre descifrar por sus gestos y el menú que me colocaba encima de la mesa que ya era hora de terminar con el carma que había empezado en tempranas horas de la mañana. Me decidí por un plato conocido, para no cometer el error de pedir algo que al final no me puedo comer. Un rico plato de Raviolis con carne, panecillos al horno, una salsa desconocida, y una buena copa de vino blanco fue todo lo que necesite para darme cuenta que no se necesita ir a Italia para disfrutar de un buen almuerzo.