Anoche
tuve un sueño muy angustioso. Tuve visiones y se descifraron ante mí muchos
secretos. Vi como los Dioses, en su ímpetus y soberbia, como quien hace alarde
de su poder, desobedecían mis órdenes y te regresaban a mí. Todo fue tan claro
para mí, recuerdo todos los detalles con gran precisión, como el día que
descendí de los cielos mismos y me hice mortal para entregarte mi alma y
abandonarme a tu lujuria, haciendo caso omiso a las advertencias de aquellos
que predecían mi caída y mi ruina por abandonar la morada de los que no
entregan su alma, que solo contemplan el sufrimiento de los mortales y que
dictan las reglas para que el sueño de los humanos nunca termine. Note que
conservabas tu brillo, tu belleza, tu risa y tus encantos, como aquel día,
cuando en contra de mi voluntad, selle tus últimos recuerdos en los oricalcos,
y jure que jamás los liberaría de su eterna prisión. Estabas ahí, junto a mí y
me agarrabas de las manos, olvidando el pasado y empezando de nuevo, como
cuando te acuestas en una noche de perturbaciones, deseando que amanezca pronto
para que el silencio de la madrugada oculte las preocupaciones, recorriendo el
camino que yacía olvidado por las amarguras y los rencores de mi corazón.
Parecías tan real, ver al olvido devolvernos nuestras vivencias, nuestras
ilusiones perdidas, nuestros recuerdos olvidados, aquellos que el viento se
había llevado junto con el roció de la madrugada, esparciendo las cenizas por
todo el universo. Ante el oráculo de Delfos sentí como me invadía una tensión,
que se respiraba en el entorno, aunque para ti pasaba desapercibida, como si aún
conservara parte de las habilidades que el mismo infinito me había otorgado en
los días de mi gloria, cuando desde la morada de los inmortales contemplaba las
debilidades de aquellos que como títeres vivían de manera rutinaria en la
tierra, no sabiendo que seres superiores a ellos se mofaban de sus estupideces.
Después de escuchar sus sabias palabras, de repente, contemple como de una
manera triste ambos enterrábamos nuestro amor, nuestras ilusiones, aquellas que
sobrevivieron a la guerra eterna del olvido y el perdón, Juntos ante la tumba
de nuestras pasiones, y contemple tus lágrimas, vi como el llanto salía de tu
pecho provocando que tus manos temblaran, como tratando de explicarme las
razones que te arrebataron de mí, como si algo o alguien controlara tu mente y
tu ser y te arrastrara hasta el lugar al que yo mismo decidí enviarte. Entonces
te fuiste desvaneciendo con el viento ante mis ojos, observando como tu silueta
se perdía ante el ruido del llanto que se había quedado alrededor nuestro. Me
quede inmóvil, paralizado ante tu segunda partida, creyendo que una fuerza del más
allá me impedía agarrarte de los brazos, posponiendo tu partida. Y fue entonces
y solo entonces cuando comprendí que más que una fuerza desconocida del más
allá, era un pesar que emanaba desde mi propio ser, deseando verte partir, sin
remordimientos, dejándote libre para seguir tu camino hacia tu destino
incierto. Entonces, cuando ya no estabas, cuando se acabó la magia, desperté
empapado de sudor, sintiéndome feliz entre la amargura y mi tristeza, porque,
aunque a veces mi realidad converge con mis delirios y fantasías, me di cuenta
que solo fue un sueño angustioso.
Bienvenid@. Ponte cómod@. Disfruta de mi espacio, de tu espacio. Mis vivencias, mis historias.......
martes, 23 de junio de 2009
UN SUEÑO ANGUSTIOSO
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