jueves, 9 de julio de 2009

NUESTRO SECRETO DE AMOR

Si supieras que cada noche, cada madrugada, jugamos a ser felices en mi cama. Y al tenerte frente a mí, me pierdo en esa mirada tan franca, que emanan de tus ojos cuando me acerco a ti, cuando susurro palabras en tu oído y me deslizo por tu cuello, como quien se sujeta de las nubes y palpita el mismo viento. A veces impaciente por tu lenta llegada, me inclino hacia la ventana para observar tu frágil silueta que aparece de repente junto a mi sombra. Entonces me invitas a ligarme junto a tu cuerpo, fusionándonos en un solo ser, en una sola alma. Si supieras que en estos días has hecho una morada en mi corazón, que nos hemos perdido en el silencio de la noche, a oscuras, donde me muestras tu ternura, tu esencia cargada de una chispa que me enloquece, donde dejas tus reglas y los patrones de conductas dictadas por las fuerzas invisibles que envidian tu belleza, y te abandonas a lo desconocido, a las cosas sin razones, a nuestra lujuria. Si supieras que cada noche vienes a mí y te refugias en mis brazos, te abandonas a mis caricias, a mis encantos y me sujetas con ternura, con pasión, haciéndome llegar hasta la cima de lo prohibido, y entonces, sin ninguna resistencia, me pierdo en tus labios, en tus besos, en tu semblante virgen, humedeciendo mi boca con tus dulces labios, entregándome por completo al escalofrío que me produce tenerte junto a mí. Sí, empiezo a temblar, el placer se apodera de mí y me quema como una llama en plena esencia. Si supieras que cada noche espero con ansias tu aparición, como una especia de cita puntual, prohibida para los demás, como un rito de derroche, de placer. Entre besos, caricias, pasión, deseo, me transportas al mismo cielo. Al final te vas y desapareces entre la silueta de la cortina, dejándome exhausto, empapado de sudor y de lujuria. Al hablar contigo sonrío al ver que no recuerdas nuestra experiencia nocturna. Como si los mismos dioses se encargaran de traerte a mi cuarto en una especie de burbuja mágica, inmune a los recuerdos, a tus sentidos. Si supieras que a veces me pregunto qué harías si pudieras recordar que cada noche, cada madrugada, te tengo en mi cama, en nuestro secreto de amor.